jueves, 3 de febrero de 2011

Politicainfanciamonetaria

Setescientos setenta y ocho
Millones de pesos al año
Gasta mi Legislatura y su Legislatura
en teléfono, Internet, choferes,
Secretarias insulsamente hermosas
Limpieza, seguridad interna
Viáticos y peculios para autómatas de traje.

Pero no para los chicos.
la ley, en lugar de cucharas fabrica palos
y la imputabilidad del dinero en el gatillo.

Afuera, las rosas se averguenzan en el jardín
y en la calle que bordea el palacio
se venden teléfonos con el número
del amor ocupado en internet
y esta política dejándonos netamenteout
y los choferes tersamente acelerados.
Pero el hambre no tiene teléfono
y es que vive ocupado.

Así que no se debe llamar
mientras la secretaria se peina
y el señor se ajusta la corbata
y se sube la bragueta
frente a este país de boca violenta
que se olvida de los chicos
país de negros, piqueteros y jóvenes vencidos.

La ley también, pronto, tendrá una espada para niños.

Porque la limpieza ya no encuentra alfombra
y la seguridad interna tiene pocas balas
para la cantidad de hijos que se miran
en los platos vacíos como teles.

La nada, además de una náusea
es que te duela la panza.

Y a mí que no me importa
qué se siente
y a usted que un poco menos
cuando se sienta
a desear muchas mujeres
ser secretarias quieren
y otros tantos hombres
por ser bufones se mueren
por adornar este palacio que se come
 setecientos ochenta y siete millones
de excusas para acomodar papeles,
ordenar discursos, ir a una reunión
y mirar por la ventana con sus marcos color caca
que el pibe sigue en la esquina y usted ahí señor,
confundiendo la gestión con la política
extraña palabra,
tanto como una mujer perdida

entre papeles de regalería cada día me sorprende
un niño nuevo en la orilla de la vida
sale a lustrarnos la mirada,
 la miseria de los días
y el miedo que intentan meterme como una bala
 no me entra
este niño en la mirada, su pasado no contado,
su infancia hecha de nada,
¿de qué están hechos señores
los sentimientos de los que no tienen nada?

Duermo tranquilo, canto bajo la lluvia
y cuento las gotas.
setecientos ochenta y siete millones
de veces pasaré por el semáforo del trabajo a mi casa
para enterarme que no puedo hacer nada
más que hacer bien la tarea del miedo
 a los que no tienen nada.

Señor, si usted supiera que ese niño
 se parecen a mi sobrino y al hijo de mi amigo
con ese pelo color monedas
y sus manos así de pequeñas
qué se sentirá nacer
del otro lado del discurso y de la panza.

Pequeña habladuría esta inservible
forma de hacer política
a costa del silencio y la palabra consentida
de los que no tienen
 más que un susto en la mirada.
Setecientos setenta y ocho millones de pesos
 y otros tantos en balas.



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