martes, 30 de agosto de 2011

Horizonte




No podrás perderme Dios 
está rojo y de mi lado
por haberme enamorado
simplemente

no podrás perderme
clavado como estoy
en la espalda de tu luna
y en el pecho de tu estrella

la espuela de la primavera
dió en el marrón de las hojas
que el viento estampa
contra el suelo de los sueños

y este sobrevivir
haciendo nido y paloma,
testigo en tu ventana
silenciosa luz de madrugada.

El lápiz de la soledad
me ha trazado tu camino.
Yo soy tu contorno, yo
que fui hasta ayer tu fantasía,

el horizonte que rodea
a lo lejos tu figura
donde late
compañera tu sonrisa

es la luz de los relámpagos
iluminando la carne de los campos
a la distancia el cielo de tus labios aplasta
las geografías del mundo,

la planta de tus pies
llevo marcadas en los hombros.
No podrás perderme compañera
de besos anchos y largas caricias.

no importa donde vayas,
en la línea del horizonte
  mis labios delgados
   esperan tu sonrisa.

martes, 23 de agosto de 2011

Alas para el minotauro


Como metáfora del amor o el mero caminar, el juego del rompecabezas no busca jugar con elementos destinados a encontrarse sino con figuras y paisajes imposibles, fragmentados. De esta manera el juego del rompecabezas es para los niños lo que andar en bicicleta para los viejos, un esfuerzo desventurado donde hay que pedalear con el ceño fruncido mas de lo esperado y donde ningún camino es arbolado o seguro.
Los acertijos y juegos de palabras pueden considerarse entre los primeros. Desde los tiempos bíblicos hay personas esmeradas en oscurecer mensajes. En la mitología griega se recuerda que Sansón debía resolver acertijos en cuestiones de vida o muerte y excedían el que si me tiño el pelo de rubio o me dejo el flequillo.
Se cuenta que Homero murió de frustración al no ser capaz de resolver un acertijo que le propusieron unos pescadores: "Lo que hemos adquirido, lo pasamos; lo que no queríamos, lo tenemos". La respuesta eran las Pulgas. Homero, primer poeta épico griego y por cuya figura siete ciudades se disputaron el honor de su patria; supuesto ciego con una inteligencia de los mil dioses, escritor de la Odisea y cuyo personaje, Ulises, debe por poco descifrar mensajes en la entrepiernas de una sirena para regresar a casa, cayó en desgracia por este simple rompecabezas.
Arquímedes diseñó un rompecabezas geométrico en el siglo III a.C. Su Loculus consistía en catorce piezas diferentes encajadas como un puzzle en una cajita cuadrada con las que podía formarse un número indefinido de figuras. Pero no había que romperse mucho la cabeza para dar con escenas sexuales donde Arquímedes aparecía desnudo y recostado junto a un puñado de ovejas con la lana teñida color borra vino.
Uno de los rompecabezas más notables lo publicó Henry Dudeney en 1902 y consiste en cortar un triángulo equilátero en cuatro partes que reordenadas formen un cuadrado. También Aristóteles y otros sabios griegos estudiaron parcialmente los rompecabezas lógicos o paradojas en el siglo IV a.C. Y en el siglo XIX, el matemático y escritor Charles Dodgson popularizó muchos juegos de lógica en “Un relato enmarañado y Problemas de almohada”. Dodgson no dormía, y a juzgar por los diarios que dejó su mujer, su locura comenzó por complicar lo más simple en el mundo que es el amor. Los manuscritos también narran que una mañana halló a su marido sentado en el inodoro destripando un pájaro para arrancarle un secreto escrito entre las nubes.
Interrogar por el giro de lo simple a lo complejo, de la unión a la dispersión tiene respuesta, y es que el hombre necesita hacer del mundo un rompecabezas, romper para construir, separar lo dado, natural, para centralizar la energía en la disposición humana y cultural al caos, el retorno al principio, al cosmos, en que todo era nada.
La capacidad de fragmentar un sistema, un lenguaje, pertenece a Dios. El poder del hombre sobre el resto de los hombres también se ejerce a través de su dominio y la clave de un saber hacer particular, de un tener la llave y el signo que conduce al sentido, a la figura. Vean sino el gesto de satisfacción y altura de quien coloca aquella pieza que no se  sabe dónde va. La capacidad de intelección de quien lleva orden y claridad a lo que se considera un enredo también es parte del juego del rompecabezas. Sin razonamiento no existe posibilidad de cifrado.
Dédalo, en la mitología griega, el arquitecto que diseñó para el rey Minos de Creta el laberinto en el que fue aprisionado el Minotauro, un monstruo devorador de hombres mitad hombre y mitad toro, reveló el secreto del laberinto sólo a Ariadna, hija de Minos, quien ayudó a su amante el prudente Teseo a matar al Minotauro y escapar. Encolerizado por la fuga, Minos encarceló a Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto. Aunque los prisioneros no podían encontrar la salida, Dédalo fabricó alas de cera para que ambos pudieran salir volando del laberinto.
De la misma manera que no se contesta a una pregunta con otra pregunta, una regla fundamental es que no se puede contestar a un rompecabezas apelando a otro rompecabezas, a un problema con otro problema. Se ve también en el caso de Dédalo, que para las dificultades antojadizas inventadas por algunos hombres hay quien antes de suicidarse, volverse loco o romperse la cabeza, se hecha a volar.

                                                                                                                                                          2006.

martes, 16 de agosto de 2011

Juego


Ernesto recuerda el encargo del escrito para la sección de los martes y se tira en la cama a escuchar Mozart o Rossini, Ernesto Williams Centellas, quizá Sting, ¿Queen?, y elucubra idealidades en torno a las teclas del piano de sus pies, el contrabajo de su culo, el agudo y grillado violín de su pelo. Es domingo y no ha escrito una palabra. La mañana y la tarde se escaparon entre cordero a la parrilla, vino con amigos y ensalada de frutas. La orquesta repetida del fin de semana. La guitarra descansa estirada en la silla panza arriba. Nunca una mina a la parrilla, piensa, la cama está encendida pero el amor no entiende de chinchulines si ella está aquí con su vestido de ausencia. 
Son las cinco y cuarto de la tarde y duda entre ir a votar o darle de comer a las gallinas que le dejó de regalo María Luisa antes de irse por siempre a morir a España, retirar los huevos para que no se hagan pollos, ¿en que estación florece el naranjal de su patio si es invierno y cuando llegó a la casa ya colgaban racimos de testículos naranjas como si se tratara de uvas? Primero la flor y luego el fruto, dijo María Luisa. ¿O sea que ya pasó el tiempo de la flor? ¿Cuándo vendrán las nueces del nogal, los higos y duraznos, la parra que da sombra al patio? Piensa en la nota para el martes y en la música de su hermano, Trilce, evocación de domingo en pez o a caballo,  en que este 27 de agosto toca con Palo Pandolfo, cómo extraño a este guachito y siente, que debe irse al río con sus perros. ¿Hasta las aguas de la soledad tiene que ir a bucear palabras? Recuerda un ensayo escrito en el 2006 acerca del juego y de donde podría robar algo, si es que escribir se trata de jugar a encontrar palabras para la calesita de ideas que giran en dirección contraria al reloj el problema, siempre es el tiempo si se piensa que lo que no se escribe hoy no podrá ser escrito mañana; y piensa en dar vueltas dentro de casa en avión, autos y elefantes creo, las calesitas también tienen jirafas. El juego, el juego...   

Ernesto juega a recordar, se hace de noche, y Ernesto no ha escrito nada.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Fantasmas



Mariposas azules de un infierno celestial
mujercitas que en la noche no te dejan descansar
porqué vuelan coloridas
de la plaza al arenal
donde se incendia el invierno,
donde el mar no tiene sal.

Son de ciruelas sus senos maduros en soledad
y reverdecen lo marchito,
estos ángeles perdidos
bajan del sol descalzas a calentar el patio
y levantar castillos

porque montan grillos que no lloran, ríen
como toros a caballo
gritan, gimen como gatos
nadan, dulces como patos
se sacuden y desperezan como perros
y se curvan
 como un junco por el viento.

Esta noche temblará la luna
Y palpitará mi estrella rodando en una cuna
igual a una paloma blanca o un caracol en el mar
el sexo de las mariposas azules
es un planeta más blando que el pan.