jueves, 3 de febrero de 2011

Flor de los espejos



De los pueblos se debe suponer
por su crecimiento lento
y el andar despacio de los hombres
por el tiempo con sus fuegos
que la poesía allí nació observando lo pequeño.

Y así fue pico de ave pulsando
 el ritmo del agua en el fruto
antes de caer del cielo
dando al hombre la voluntad de ver
el madurar de la flor oculta en los espejos.

En adelante no hubo ni Dios ni Marx.
Sólo el juicio que da la libertad,
el pasado y su fantasma.
Desde entonces el hombre eligió ser
un perro terrenal acobardado
sujeto a lo determinado

o  un pájaro envalentonado
 inventando un nuevo cielo
entre caminos de viento y espinas
sin mas pluma que el amor
el mas terrible misterio a inventar.

Tanto tiempo el hombre
replegado en la poesía,
soldado en la trinchera oscura de la muerte
empecinado en  dar cuenta
del sol y las tormentas,
los delfines invisibles de la fuente

El buscar la soledad
con sus lluvias y torrentes
Cuna leve confundida con la muerte.

Y todo para ver en los ojos del mundo
los esteros de su miedo
con sus aves y sus frutos
y la flor madurando en el espejo.

Este es el costo de tomar al viento por el cuello,
arar la tierra con las manos confundido
y arrancar versos como pasto
antes que vayan al olvido con su fuego

Muchos podrán decir después de todo
y de la muerte
que son sólo versos y es cierto,
versos amarillos, quizá, pero versos
para este escribir flaco

esquelético rincón de alma pequeña y fútil
criatura de otoño jorobado en recuerdos
feliz de esta pelota de letras de trapo
que rueda como un niño con su perro

Tanto tiempo el hombre
Atado a la poesía,
como un pequeño caballo
en la calesita violenta de los días
o un loco trabado a un amor de fantasía.

Gracias a la poesía el hombre pudo descocer del olvido
las sombras del árbol
que alguna vez creyó perdido,
los colores que no podrá llevarse la muerte,
el niño que fue mi padre
arrinconado en el laberinto
de los años cuando se quedó conmigo

esto es la poesía,
aullido de animal perdido,
mujer de pan recortada en el llanto de los chicos
el grito de un preso nunca oído
y en los silencios más tristes
las voces de los pocos amigos.

Al traspasar la puerta del mundo más de una vez,
he pensado si acaso he de sacarme la poesía
como si se tratara de un par de zapatos
o un perro sucio y arisco

Antes, he jurado
por los diablos angelicales que me alumbran,
he de chillar como un grillo
y relinchar como un caballo.




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