jueves, 17 de marzo de 2011

Ceguera





Extiendo la mano en el jardín
ahora que conozco la ceguera
de este azul universal con que retumba
su olor y su risa
en esta nada,
el alma se hunde en el viento

y en el cielo todo está detenido,
incluso los pájaros.
No supe hacerla feliz,
o es una trampa del tiempo
el pasado
acortó mi camino.

Fui feliz en su mirada,
tanto, que no necesitaba escribir.
Tiempo después lo noté
al mirarme en otros ojos
vi el invierno envolver mi espalda.

En su mesa reí junto a su padre
feliz como un gitano
con su esmeralda,
en mi boca puso su pan
y mi pecho bajo su ala

conocí el mar,
la tierna vergüenza del amor
y en el oído incluso el temblar de las hojas.
El barrio entonces amanecía como un libro
al que nos asomábamos detrás de su ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario