miércoles, 6 de abril de 2011

Palabra


Despertar en mitad de la noche con la impresión de que el mundo está en coma por morir y se ha encontrado la última palabra, o desvelarse con la certeza de que el mundo se encuentra a punto de nacer y hemos hallado la primera, aquella palabra sin montura, sin templos ni rezos, sin dudas y sin vuelo, sin contornos e imágenes, desperezándose aún en el nido del poema, la palabra balbuceada antes de aprender a hablar veintinueve años atrás, la palabra que por no poder ser fue primera sonrisa, el primer miedo, de aquella época en que a pesar del pañal nos cagábamos hasta la espalda, la palabra que llovió sobre la mirada cayendo de los cabellos mientras tomábamos del río de mamá, la palabra asomando sus dientes, la palabra aprendiendo a caminar, sin vergüenza, sin ropa, la palabra quebrando la siesta, la palabra que condujo al instrumento, la palabra previa al trabajo, antes del auto, la palabra sin cáscaras asfálticas, aquella de rodillas negras que se comía los mocos, la palabra que jugaba con los perros en el comedor mientras se freía la cebolla, tirada entre libros, lápices y discos, la de cuando no se prendía la televisión por no perder la palabra, la esperada palabra que se llevó el viejo luego de diez años en cama, donde no entran todas las risas y guitarras en noches inflamadas, la palabra que conocen nuestros hermanos, la misma que caía de la tarde con sus pétalos en llamas cuando salíamos descalzos corriendo a caballo y nos hacía subir hasta la copa de los árboles para encontrarla apichonada, la palabra raíz de la palabra, la palabra que no logra aún me extiendas la mano, la que da de beber y andar todos los días, la palabra de pan que ha perdido para el hambre significado, la palabra que empuja banderas y desarrapados, la palabra que te despierta en  mitad de la noche con la impresión de que el mundo está en coma por morir o a punto de nacer, y al intentar ser escrita se ha olvidado.    

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