miércoles, 20 de abril de 2011

El sauce será feliz en memoria de la madre




El horizonte es el destino de las aves y del río
a pesar de los nidos y los peces, del jardín y de los hijos
el hombre nace en la madre y se lo lleva el olvido
En el fondo de la tarde y los albores del invierno 
el sauce parece muerto a juzgar por el frío de sus huesos
pero los pájaros saben por sus ramas que amasan el viento 
y por sus pies, que respira y está tibio por dentro.

Porque en su soledad hay rastros de sol
que acunan en silencio los brotes y el verde
que no pueden desoír los ecos tibios de la tierra,
porque la madre nunca descuida al árbol
luego de dar agua y calor a su semilla,
es la sangre de la tierra que marca para siempre al hijo.

Y es así que el árbol está condenado a vivir
aunque que a veces con tristezas la traiciona
y elije el otoño con sus grises o equivoca los caminos,
el árbol espera una primavera que alegre
sus brotes verdes y amarillos
porque el árbol como el hombre sabe que un día nace 
en la madre y otro se lo lleva el olvido.

Y pasan las primaveras, los pájaros, los amigos,
sueños, remolinos en el río se pierden 
y el tiempo es un niño que corre
a favor del viento o un barrilete perdido,
el árbol sabe que no escapará al horizonte
como las aves y el río,
la tierra lo sacude y entonces promete celebrar la primavera
en memoria de la madre con brotes verdes, rojos y amarillos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario