viernes, 22 de junio de 2012

Carta número 14






Fue un 21 de junio, último día en que el sol de tu escenario me atravesó la mano como un disparo. Estábamos acostados entre el labio superior del sueño y el labio inferior de la vigilia y llevaste mi mano derecha hacia tu ombligo donde hasta ayer lavaba la cara de mi niño y humedecía los paisajes que anduve con él a caballo. Pero desde hace días dejaste escapar el ángel de las tormentas y los otoños se espejaron, te encerraste en ellos mientras un torbellino de pasión arrancado de tu voz me tomó del pelo y comenzó a golpearme contra las casas, los árboles, por enamorada y feliz, caí en la torpeza, ya iba a pasar, pero parece que no hay tiempo. Tiempo. Los árboles y los espejos no saben del tiempo.
Si alguna vez colocás un espejo junto a otro espejo podrás ver un perro (los espejos sueñan perros que luego se despiertan que no existen). Dentro del segundo espejo y enfrentado al primero, el perro se mira a sí mismo; aterrorizado de caer en el amor, lo verás correr asustado, pisarse la lengua, lamerse en su charco de ego. Porque a cada momento decís que sos justo. ¿Sabés que es la justicia? Una de las tres caras de la moneda. Para atribuirse el don de ser justo es necesesaria la humildad, una vez que esta es dada, no es posible atribuirse estar en el lugar de la espada. La tercer cara es la sinceridad. Y la sinceridad es un juego dominó donde si la primer palabra no es verdadera todas las demás se caen espalda con espalda. Sin esto, la justicia se reduce a un conjunto de normas o leyes para regular conductas. Quienes creen portarla, pierden registro del otro, porque quien no lleve esta moneda de tres caras bajo el ala confundirá la libertad con el olvido. Es muy sencillo, el olvido está antes de vos y la libertad en los dos. O después de vos.
No me quedo sola, tengo mis seis perros para ladrar al silencio de tu fantasma desnudo que se enfría en nuestro nido, no tengo apuro, el tiempo no se refleja en los espejos. El amor pasa, los perros quedan. Quien se mire en un espejo observará el mundo que se esconde detrás. Temiste a esto y preferiste continuar mirando desde el terciopelo de tu ombligo. Mirá, cuando las personas creen que son todo el tiempo justas, no pueden ver su perro ¿sabías que en su sombra el perro tiene que trabajar la estructura en los sentimientos? 
Los espejos fascinaron a pueblos primitivos y se utilizan actualmente tanto para las plantas de energía solar como para los telescopios. Los hay planos, esféricos y parabólicos y se pueden utilizar tanto técnica como cotidianamente, está el espejo retrovisor que alumbra hacia atrás y el espejo solar que es orientable y agrupa los rayos solares en un punto, y finalmente el espejo ustorio, que se usa para concentrar altas temperaturas. Como verás, el espejo es muy maleable. Pero no para el perro de tu piel. Tu piel no me dejó entrar con este mundo que se refleja a punto de quebrarse de alegría, te mostré una sombra y la confundiste con un tormenta. La sombra infernada de un labio sobre otro labio y un abrazo bajo el brazo donde crece el trigal. Mi amor tenía hambre y vos te guardaste el pan en el bolsillo. Cada cual hace su pan y las personas son lo que hacemos con ellas. Los ojos, son las manos que tenemos para el barro del amor. Como el niño de la foto, quizá que esté loca, no puedo simular, esconder, tragarme nada, las personas hacemos lo que nos es posible incluso cuando lo hacemos mal. 
Nunca te pedí la palabra siempre. Porque siempre es ayer. Lo entiendo eternamente. Por eso nunca te pedí un pueblo que no estuviera en el camino que habíamos comenzado a andar juntos. Fuiste el espejo con que caminaba de niña dentro de la casa, caminaba por los techos sorprendida.  
Anoche, en medio de un sueño, me despertó un ardor. Un rocío ardiente despertó en mi estómago. Vertía baldes de mi agua en un pozo ciego, en un momento, comprobé que el último no era como los demás. Asomé la mirada al eco de la última gota e interpreté un ojo de gato, un rasguido plateado como la única moneda en el sombrero de un saxofonista en un subte. Pensé "es el pozo de mi sangre." Ciega de oscuridad, al balde de sangre arrojado se sumaba desde el fondo una leve pulsación de cuerdas. Tiré una soga y caminé de espaldas sobre las paredes esponjosas y rancias. Los perros colgaban sus orejas desde arriba y lagrimeaban por verme caer, el cielo se transformaba en un luna celeste con pequeñas pestañas blancas, hilachas de nube. Un niño dormía en posición de recién haber nacido. Nunca he visto un niño tan feliz como aquel. Sobre su nacimiento acababa de vertir un balde de mi sangre. Un balde de mi sangre en tu pozo ciego donde yo había puesto a dormir a mi niño. Tenía la sonrisa de quien habla con los peces entre plantas acuáticas o sube a un caballo por primera vez y los perros lo acompañan al trote ladrándole que se baje, y un orificio pequeño en cada mejilla como una manzana. El agua que cubría la mitad de su cuerpo aún estaba roja de sangre y bajo su brazo izquierdo, dormía con él una guitarra. Lo más llamativo fueron los dos espejos que tenía en cada planta del pié. Lo levanté en su propio silencio y lo até a la segunda soga que llevaba en la cintura pero cuando comenzamos a subir, un perro colorado colgaba de su pie izquierdo. Y yo debía salvar a mi niño, siempre hay que salvar al niño que duerme dentro en los momentos que corre peligro.
En tu ausencia contesté mis preguntas. El amor tiene vida propia pero sólo las personas somos capaces de darle muerte. No pude hacer reír a los conejos encerrados en la veterinaria debajo de tu casa, soñaba con darles de comer flores con la mano de tu mirada desde el otro lado del vidrio, en la ansiedad de la noche mientras esperaba me abras la puerta.
Creo te dije que te dormiste en tu belleza, en tu belleza de polvo, no puedo navegar sobre la arena que tiende tu respirar porque los remos se vuelven muy pesados. Y cuando te despeine el viento que brota de los álamos mi mano estará lejos para peinarte despacio. “Pobre la princesa azul, pobre la preciosa dama azul” que de tanto esconderse en su propio azul del mar se perdió de llegar a nado a la isla tomada de esta mano. Idea Vilariño escribió algo que te lo regalo con el mas fuerte abrazo. “Ya no será, ya no, no viviremos juntos, no criaré a tu hijo, no coseré tu ropa, no te tendré de noche, no te besaré al irme, nunca sabrás quién fui, por qué me amaron otros. No llegaré a saber, por qué ni cómo nunca, ni si era de verdad lo que dijiste que era, ni quién fuiste, ni qué fui para ti, ni cómo hubiera sido, vivir juntos, querernos, esperarnos, estar. Ya no soy más que yo, para siempre y tú, ya no serás para mí más que tú. Ya no estás en un día futuro, no sabré dónde vives, con quién, ni si te acuerdas. No me abrazarás nunca como esa noche. Nunca. No volverá a tocarte. No te veré morir”. 
Acortaré el camino que no pudimos andar juntos. Me quedan dos ruedas de una bicicleta desarmada a medio pintar y un zapallo calabaza partido al medio para rellenar. Las gallinas estarán muy felices de comer las nueces que pelàbamos al sol. El amor está hecho de lenguajes mudos, frágiles estrellas y también de lo inmensamente terrible. No me enamoro de mis sentimientos ante lo cual, no me enamoraré de tí en mí, con el tiempo he aprendido a desconfiar de mis sentimientos. Me tengo nuevamente a mi, sin ti, el mar golpea en los ojos con tus caricias, su sal y sus peces. Hay un monstruo por derrotar en el estómago del amor y es el capitalismo, el individualismo, la infidelidad, y no puedo descansar, vagaré eternamente en paisajes de humedad donde crecen las flores que invitan a deshojar los colibríes, la espada, sonrisa a sonrisa, no voy a decepcionarme del mundo antes de haber nacido, me voy.  Tengo que salvar al niño. 

                                                                                                                                                  Ana.

P.D: Guardaré en el corazón una estrella de dos puntas, la encontré ayer, se le caído a Dios del bolsillo de su pollera y es la letra M.

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