Y ojos en la punta de los dedos que nunca palparon, que nunca leyeron
al subir por tus rodillas la nota al pie que decía
entre tu ombligo y tu ventana “prohibido enamorarse”.
entre tu ombligo y tu ventana “prohibido enamorarse”.
Y así comenzó este periplo infatigable de siempre buscarte
montado en una nave tripulada por mil ciegos
montado en una nave tripulada por mil ciegos
que si no tocan no saben en busca de un puerto
a esta altura da lo mismo caer en las fauces del mar
que se trague los días que restan para verte
o en el ojo de un volcán que disuelva
esta piedra en la garganta que es tu ausencia.
o en el ojo de un volcán que disuelva
esta piedra en la garganta que es tu ausencia.
El periplo de buscarte bajo la luz dilatada de la luna
y en el eco de un silbido perdido
y en el eco de un silbido perdido
en la garganta del mirlo y el callarse del grillo
al comenzar el día
al comenzar el día
en un nido abandonado de paloma
dentro de un caracol
donde resoplan las tormentas
y en cada uno de los ángulos en que el día se despierta
para desperezar esta distancia al caer la noche.
dentro de un caracol
donde resoplan las tormentas
y en cada uno de los ángulos en que el día se despierta
para desperezar esta distancia al caer la noche.
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