miércoles, 29 de febrero de 2012

Periplo





 
Libros, en todo tu cuerpo libros para ciegos.
Y ojos en la punta de los dedos que nunca palparon, que nunca leyeron
al subir por tus rodillas la nota al pie que decía
 entre tu ombligo y tu ventana “prohibido enamorarse”.
Y así comenzó este periplo infatigable de siempre buscarte 
montado en una nave tripulada por mil ciegos
que si no tocan no saben en busca de un puerto
a esta altura da lo mismo caer en las fauces del mar
que se trague los días que restan para verte 
o en el ojo de un volcán que disuelva 
esta piedra en la garganta que es tu ausencia.
El periplo de buscarte bajo la luz dilatada de la luna
 y en el eco de un silbido perdido
en la garganta del mirlo y el callarse del grillo
 al comenzar el día
en un nido abandonado de paloma 
dentro de un caracol 
donde resoplan las tormentas 
y en cada uno de los ángulos en que el día se despierta 
para desperezar esta distancia  al caer la noche.

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