martes, 8 de noviembre de 2011

Alguna vez


Era un niño pequeño como el cielo el mar o el fuego.
También su padre fue tan pequeño como una montaña hinchada de sueños.
Juntos crecieron en el silencio de lo inmenso el niño, llevado por su agua, elpadre, 
abrazado al barco soplado por el tiempo, creció enorme y hambriento de alegría
y asustado por el filo del miedo, la muerte llegó temprano como llega cada enero,
aquel día el cielo de tan hermoso parecía un  perro con el pelo revuelto
remolino de fuego que envuelve el mar,
y hubo que retirarse al alma con sus montes cada tarde,
entre los árboles de la risa el camino de regreso es estrecho
 y gris cada latido en el pecho pequeño cielo enredado donde sopla el mar y el fuego.
Soñó con cantar en el arroyo aquel, supo que existe, antes de irse
para siempre a volar con los pájaros, trepó a los árboles por  las ramas de los hombres,
volvió a la vida con su color, rosa y violeta como un pichón
y el atardecer transparente, casi de piel, la vida asomándose al nido de su madre
pensando desde lejos dónde andará mi niño, donde la risa animal de su padre,
es ahora un caballo al galope, la sombra de un relincho, pájaro en el árbol del olvido
que abraza con las piernas el vientre colorado de su caballo perdido,
su hamacarse en el camino, el paisaje en el espejo de sus ojos
solamente roto por el canto de algún ave amarillo y su olor a sal,
a flor de potrillo que atraviesa aún el tiempo agualito a un cuchillo,
vuelve entonces la sonrisa hecha con el barro, a orillas del arroyo
pasa el viento a caballo, le parece que es su padre quien pregunta 
¡madre!, ¿dónde encuentro a tu potrillo feliz  que relincha como un niño?
                                                                                                                                                           

                                                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario