viernes, 11 de abril de 2014


¿Observaste cómo se arruga tu piel bajo el atardecer de tu silencio desnudo? Los autos carecen de música y poesía, ¿por qué te empecinas tanto en tener uno nuevo? ¿Acaso eso va a convertirte en mejor persona? ¿Eso te metieron tus padres en el corazón de la inconsciencia cuando apenas eras un proyecto de sangre la noche en que te soñaron? ¿Cuántos pensamientos son verdaderamente tuyos? ¿Querés tener un hijo por él o para vos, en un mundo que al terminarse el combustible sale a suicidarse en estaciones de servicio? ¿Qué será de los niños cuando abran la canilla y salga pesticida? ¿Con qué vamos a pagar los salarios en Argentina el día en que tengamos una mala cosecha de soja? ¿Quién te ha robado la personalidad? Las leyes de la publicidad nos están dejando sin infancia Podrías sonreír de otro modo. Vas a comprarte un perro. ¿Te animarías a mudarte al barro donde los pichones se vuelan la cabeza a plomo y cocaína por el cielo imposible del consumo? ¿Tenés miedo? Tenés miedo. Pero sabés nos tapan sus cuerpos violetas con las páginas del diario que elegís leer para no enterarte. ¿Serías capaz de pasarte por la raya del culo la línea política que te enseñaron en tu casa? ¿A ser feliz sin conformarte? Hoy la salud consiste en que te digan estás loco. Quizá las claves para abandonar el modo en que nos criaron y nos llevó hasta acá se encuentra lejos de los monitores. Y las llaves de las puertas del alma cuelgan del arte. Es muy bueno perder amigos y familiares. El futuro no se esconde en fotografías. Nadie puede sacarle una foto al hermoso drama que se avecina. Ya de grande comprendés que vivir es cantar entre los muertos. Y que tus padres te criaron verdaderamente libre cuando sos capaz de abandonar la vida.


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