martes, 16 de agosto de 2011

Juego


Ernesto recuerda el encargo del escrito para la sección de los martes y se tira en la cama a escuchar Mozart o Rossini, Ernesto Williams Centellas, quizá Sting, ¿Queen?, y elucubra idealidades en torno a las teclas del piano de sus pies, el contrabajo de su culo, el agudo y grillado violín de su pelo. Es domingo y no ha escrito una palabra. La mañana y la tarde se escaparon entre cordero a la parrilla, vino con amigos y ensalada de frutas. La orquesta repetida del fin de semana. La guitarra descansa estirada en la silla panza arriba. Nunca una mina a la parrilla, piensa, la cama está encendida pero el amor no entiende de chinchulines si ella está aquí con su vestido de ausencia. 
Son las cinco y cuarto de la tarde y duda entre ir a votar o darle de comer a las gallinas que le dejó de regalo María Luisa antes de irse por siempre a morir a España, retirar los huevos para que no se hagan pollos, ¿en que estación florece el naranjal de su patio si es invierno y cuando llegó a la casa ya colgaban racimos de testículos naranjas como si se tratara de uvas? Primero la flor y luego el fruto, dijo María Luisa. ¿O sea que ya pasó el tiempo de la flor? ¿Cuándo vendrán las nueces del nogal, los higos y duraznos, la parra que da sombra al patio? Piensa en la nota para el martes y en la música de su hermano, Trilce, evocación de domingo en pez o a caballo,  en que este 27 de agosto toca con Palo Pandolfo, cómo extraño a este guachito y siente, que debe irse al río con sus perros. ¿Hasta las aguas de la soledad tiene que ir a bucear palabras? Recuerda un ensayo escrito en el 2006 acerca del juego y de donde podría robar algo, si es que escribir se trata de jugar a encontrar palabras para la calesita de ideas que giran en dirección contraria al reloj el problema, siempre es el tiempo si se piensa que lo que no se escribe hoy no podrá ser escrito mañana; y piensa en dar vueltas dentro de casa en avión, autos y elefantes creo, las calesitas también tienen jirafas. El juego, el juego...   

Ernesto juega a recordar, se hace de noche, y Ernesto no ha escrito nada.

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