viernes, 12 de mayo de 2017




La poesía nos salva de llorar. O es llorar por las manos. La poesía es una espada capaz de cortar una lágrima al medio. La poesía es un río desbocado hacia los peces de tu sonrisa. O es tu sonrisa desbocada en el mar.Las lágrimas no cambian el curso del mar. Pero son inevitables frente a ríos de mediocridad. Sólo luchar como se pueda, hacer lo que uno puede, equivale a sembrar con una espada una lágrima que potencialmente puede transformarse en una mina. Es la pólvora por la que preguntarán nuestros hijos. Incluso ausente, serás la mujer inconforme, democrática y explosiva que busco y encuentro en la calle desnuda.

Y ahora, en medio de la calle inundada de hambre, la balsa de tu sonrisa emerge en batallas de antemano perdidas. Este cielo nublado es tu sombra y bajo tu cuello sobre la sangre de tu pecho izquierdo me alejo de tu boca. Podría distraerme en una nube e imaginar que es uno de tus suspiros congelados a lo lejos

necesito confesarte el grito de sal de los delfines amordazados en el fondo del alma
las estrellas desnudas en esta oscuridad helada y la risa contenida 
en el viento de sábanas azules levantadas para el barrilete de tu cara.

Y tu pelo revuelto de hombres y mujeres con la cara detrás de las rejas, esperando justicia. Cada ser tiene su cárcel, escribiste en mi estómago y tú tienes la mía. Busco en tus ojos el sol esmaltado. Si sólo pudiera tenerlos ahora atravesando las ramas cansadas de las manos.Un perro se para en tus rodillas y lame tus muslos. Y te miro y no te digo nada, y me quedo en la calle sentado en dos patas. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario