lunes, 11 de marzo de 2013







Hombre de pecho verde árbol sin fondo
acogedor de pájaros en laberinto,
en tus labios Carlos Marx se besaba con Jesús
para asco y sorpresa de la izquierda dogmática,
vives aun muerto humanamente sangrando contradicciones
hombre cabeza roja de mujer
incendiada flor de arena.
Necesitamos sepas que una sabana donde lloran los llaneros
y se tocan suenan solos oscuros alegres joropos
se extiende hacia el futuro cual si fuese una barba.
Padre a quien escribimos por nunca poder abrazar
con motivo de tus oraciones a lluvias sepultadas
te proclamamos acariciador de nacimientos
y fundador de semillas inocultablemente vivas
en perpetuo dominó de atardeceres.
Porque en tu espalda a resguardo de tormentas
infinitas sangres de infinitos niños
hijos del niño que nació cuando moriste te saludan,
el haber regado con tu viento de sangre las ramas nuevas
de un viejo y vencido tronco del socialismo
para que nosotros con apenas
un poco de pelusa en nuestras pieles
nos paremos en ellas temerosos de tanta distancia,
veamos que el día imposible
podría no estar escrito en nuestro calendario
y de nuestro animarnos depende tu cielo
abierto al vuelo irreversible
gracias al cual fue posible volver a mirar con ojos nuevos
la vieja luz de piedra que nos antecede,
después de ti no es posible ceder el golpe de nuestro tallo
para eso nos parieron a sangre a grito urgente y desnudo
a un nuevo mundo.
Para copiar lo humano y social que tienes de político
y no para ensancharnos la boca de ti
en tanto por detrás inflamos los bolsillos.
Porque llorar la revolución es dulce pero vivirla es bien salado,
aquí muchos no saben que la fruta y el mar no se han secado.
Entonces no puede bastar con envolverte
en el celofán de los halagos nada más
que porque vives en un país lejano,
porque si estuvieras aquí Hugo te escupirían
te clavarían la palabra trosko
y taparían tu boca con afiches de tu propia cara
Pero tú negro donde asoma el indio sabes
que no hay peor traición a un revolucionario
que secarte al sol de la tramposa también dulce anécdota,
como la aprendida teoría enseñada en la universidad pero guay
quien se tome a pecho y espalda aquello,
pero no más que eso porque más sigue siendo menos.
Para quienes de verdad deseamos cambiar de madera el árbol
no nos es posible juzgar por un cambio de hojas
la madurez del tronco no,
somos pájaros hambrientos de una infinita sed de cambio
a quienes no conforman con las migas
que de la boca del dinero caen al suelo,
un mar de coraje sobre un arrecife de palabras nos separan
porque con la muerte de tu hombre
nacen sueños que paren niños
y sabemos que llorar la revolución es dulce
pero vivirla es bien salado,
nosotros que no mandamos
pero nos animamos a pedir
el grito dentro del pan y al revés también,
negado ayer por vos hoy resucitado,
sabemos que la fruta y la mar no saben de límites
y no se han secado
a orillas de tu rancho con piso de tierra,
no te conocí pero puedo verte jugar
a que te quiero a que me quieres si es así de verdad
que ser hombre ser mujer es amar más allá sin saber
pero dialogando con la eternidad como si se supiera
y proyectar juntos cada cual
en su pequeño mundo tan posible como sea,
entonces aún estamos a tiempo
de continuar nuestras conversaciones
en silencio Hugo Chávez
aunque nos digan que te has muerto.


Fernando.

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